Derechos de las personas mayores
El envejecimiento es una etapa más de la vida y, merece ser vivirse con el mismo respeto, dignidad, y libertad que el resto de las etapas. Todas las personas tenemos los mismos derechos, pero la vejez presenta retos y circunstancias únicas: cambios en la salud, posibles situaciones de dependencia, mayor vulnerabilidad social o riesgo de soledad.
La necesidad de proteger a los mayores para evitar abusos o discriminación por razón de edad, ha dado lugar a marcos legales, principios éticos y recomendaciones internacionales.
Así los derechos de las personas mayores buscan:
- Proteger la dignidad y su valor personal del mayor
- Asegurar su participación activa en decisiones que le afectan
- Evitar el maltrato, negligencia y discriminación por edad (edadismo)
- Garantizar atención y servicios de calidad acordes a sus necesidades
- Promover la inclusión social y la autonomía personal
La sociedad evoluciona, y nuestra comprensión sobre el envejecimiento también ha evolucionado. Hoy sabemos que las personas mayores no deben ser vistas desde la fragilidad, sino desde sus capacidades, su historia y su papel activo en la comunidad.
Derecho a la dignidad y al respeto: la base de todo buen trato
El derecho a la dignidad no es un concepto abstracto. Se refiere a que cada persona mayor debe ser tratada con el máximo respeto, sin humillaciones, sin infantilización y sin prejuicios relacionados con la edad.
Cumplir este derecho implica:
- Usar un trato amable, cercano y respetuoso.
- Evitar expresiones paternalistas (“como un niño”, “no puede entender”).
- Reconocer las preferencias y gustos personales.
- Tener en cuenta su trayectoria vital, sus valores y su identidad cultural.
Un entorno que respeta la dignidad es un entorno donde la persona mayor se siente valorada y segura.
Derecho a la autonomía y a tomar decisiones
Ser mayor no significa perder la capacidad de decidir. Todas las personas, independientemente de su grado de dependencia, tienen derecho a participar en las decisiones que afectan a su vida diaria: desde su rutina hasta sus cuidados.
Este derecho se expresa en acciones como:
- Permitir elegir horarios de actividades o comidas.
- Preguntar y respetar preferencias de vestimenta.
- Ofrecer opciones reales, no decisiones ya tomadas.
- Explicar tratamientos y cuidados de forma clara.
- Involucrar al residente o usuario en el plan de atención individual.
Cuando la persona mayor tiene dificultades cognitivas, la autonomía se adapta, pero nunca desaparece. Se debe actuar respetando su voluntad conocida y con la participación de su representante legal cuando sea necesario.
Derecho a la intimidad y a la privacidad
La residencia o el domicilio deben ser un espacio donde la persona mayor se sienta protegida y respetada. Esto incluye:
- Privacidad en el aseo, los cuidados personales y la higiene.
- Protección de la información sanitaria y de sus datos personales.
- Respeto de sus pertenencias y espacios privados.
- Evitar conversaciones sobre su salud delante de terceros sin consentimiento.
La intimidad es un derecho esencial para mantener la autoestima y la seguridad emocional.
Derecho a una atención adecuada, segura y de calidad
El bienestar de una persona mayor depende, en gran medida, de los cuidados que recibe. Tanto en residencias como en el hogar, las personas mayores tienen derecho a:
- Atención profesional, cuidadosa y basada en buenas prácticas.
- Personal formado en geriatría y gerontología.
- Protocolos claros de higiene, medicación y seguridad.
- Un entorno adaptado para evitar caídas o riesgos.
- Alimentación equilibrada y adaptada a necesidades específicas.
- Coordinación con servicios sanitarios cuando se requiere.
Garantizar este derecho es una responsabilidad ética y legal para cualquier entidad o profesional del cuidado.
Derecho a recibir un trato libre de maltrato y negligencia
El maltrato a las personas mayores puede ser físico, emocional, psicológico, económico o incluso institucional. Puede manifestarse a través de:
- Gritos, humillaciones o burlas.
- Manipulación emocional.
- Abandono o descuido en la atención.
- Restricciones injustificadas de movilidad.
- Aislamiento innecesario.
Para prevenir el maltrato, los centros deben contar con:
- Protocolos de prevención, detección y actuación.
- Formación continua del personal.
- Supervisión adecuada de las prácticas diarias.
- Canales seguros para comunicar sospechas o quejas.
El buen trato debe ser una prioridad absoluta.
Derecho a la participación social y familiar
Las relaciones sociales y familiares son fundamentales para el bienestar emocional y cognitivo. Por eso, las personas mayores tienen derecho a:
- Recibir visitas de familiares y amigos.
- Mantener contacto telefónico o por videollamada.
- Participar en actividades recreativas, culturales o sociales.
- Conservar su vida comunitaria siempre que sea posible.
Incluso en situaciones como emergencias sanitarias, este derecho debe protegerse mediante medidas alternativas que eviten el aislamiento.
Derecho a expresar quejas y realizar sugerencias
Toda persona mayor, o su familia, tiene derecho a comunicar libremente cualquier queja o inquietud. Esto forma parte de un sistema de mejora continua.
Este derecho implica:
- Tener canales accesibles: buzones, formularios, reuniones, teléfono.
- Ser escuchados sin miedo a represalias.
- Recibir respuestas rápidas y claras.
- Participar en decisiones sobre la vida en comunidad (consejos de residentes, reuniones familiares, etc.).
Una queja no es un problema: es una oportunidad de mejora.
Derecho a la información clara y accesible
La persona mayor tiene derecho a recibir información comprensible sobre:
- Su estado de salud.
- Cualquier procedimiento médico o plan de cuidados.
- Normas de convivencia.
- Costes, servicios incluidos y condiciones contractuales en residencias.
La información es poder, y garantiza la capacidad de elegir.
Derecho a vivir con bienestar emocional y afectivo
El envejecimiento no anula el derecho a sentir, disfrutar, emocionarse o amar. Las personas mayores tienen derecho a:
- Mantener relaciones afectivas.
- Expresar emociones sin ser juzgadas.
- Recibir apoyo psicológico si lo necesitan.
- Disfrutar de actividades significativas y placenteras.
- Sentirse útiles, escuchadas y acompañadas.
Reconocer este derecho es clave para un envejecimiento feliz.
Promover los derechos en mayores es promover vidas dignas
Los derechos de las personas mayores no son un listado teórico: son la esencia de un envejecimiento digno y de calidad. Conocerlos permite a familias, profesionales y residencias trabajar con respeto, ética y sensibilidad.
Una sociedad avanzada es aquella que cuida de quienes la construyeron. Y cuidar bien es, ante todo, respetar los derechos, la historia y la humanidad de cada persona mayor.
Nuestro compromiso con los derechos de las personas mayores
En el Centro Residencial Los Rosales, los derechos de las personas mayores son la base sobre la que se organiza cada día y cada decisión. Nuestro equipo trabaja con la convicción de que cada residente es una persona con historia, identidad y dignidad propia, y que merece un acompañamiento que honre su trayectoria vital y su autonomía. No se trata solo de cuidar, sino de cuidar bien: con sensibilidad, paciencia y humanidad.
En Los Rosales apostamos además por un modelo de atención centrado en la persona, que prioriza la autonomía, la participación activa en las decisiones del día a día y la adaptación del entorno a las necesidades de cada residente. Desde la libertad de horarios hasta la elección de actividades o la personalización de las habitaciones, todas las decisiones buscan reforzar el derecho a decidir y a sentirse protagonista de la propia vida.
El respeto a la intimidad forma parte esencial de este compromiso. Los espacios están diseñados para garantizar privacidad, y el personal actúa siguiendo protocolos que protegen el pudor, la confidencialidad y las preferencias individuales. La residencia entiende que el respeto no se demuestra solo con palabras, sino con gestos cotidianos: tocar la puerta antes de entrar, explicar cada procedimiento, preguntar antes de actuar y dedicar tiempo a escuchar.
Otro pilar fundamental es la protección frente a cualquier forma de maltrato o negligencia. Los Rosales mantiene protocolos actualizados de prevención, detección y actuación, además de una política de transparencia con las familias. Esta cultura de vigilancia ética permanente garantiza que cada residente viva en un entorno seguro, cálido y profesional.
Los Rosales reconoce la importancia de los vínculos afectivos, del derecho a mantener relaciones familiares y sociales. Las visitas, la comunicación constante con allegados y la organización de actividades compartidas refuerzan la integración emocional del residente, evitando el aislamiento y cuidando su bienestar psicológico.
